miércoles, 29 de agosto de 2012

Hospitales y Páginas de Contactos

Como en cualquier tipo de evento que se organice, siempre hay situaciones que son totalmente imprevisibles para las que hay que estar preparado para tomar medidas. Una de estas situaciones, en el caso de los campamentos con personas con discapacidad es la falta de medicación para uno de los chavales y otra es accidentes o situaciones que deriven en visitas al hospital. Hay veces que una va seguida de la otra.

J.F. es un chico de unos 30 años, bastante espabilado, delgadito y con la cabeza algo grande en comparación con su cuerpo (este dato será relevante dentro de poco). A parte de su discapacidad intelectual, que es leve, tiene epilepsia, esta nada leve. J.F. y lo digo con todo el cariño del mundo, es un pequeño cabroncete de esos que hacen que lo quieras más cuanto más te vacila. Para que os hagáis una idea de las putaditas que puede llegar a hacer, una de sus especialidades es fingir crisis epilépticas.

Bien, pues en este campamento J.F. fue el protagonista de una historia que empezó siendo un susto muy gordo y terminó siendo bastante divertida. En los campamentos que son en hoteles, como era el caso, los monitores la primera noche, una vez se han acostado los chavales, preparan la medicación de toda la semana metiéndola en unos pastilleros, de esta forma nos aseguramos de darnos cuenta desde un primer momento si hay algún problema con las medicaciones.

Es algo que no debería pasar, pero es hasta cierto punto comprensible. Muchas veces, de hecho en casi todos los campamentos largos, hay algún chaval al que la medicación que le han mandado no le llega para toda la semana. En sus casas o residencias se equivocan al contar las pastillas y las tomas y no llegan para el campamento. Esto en realidad, suele ser un poco engorroso pero no un problema importante, ya que al darnos cuenta desde un principio, da tiempo a que nos manden la receta del medicamento por mensajería y poder ir a comprarlo a una farmacia, recuerdo que estamos hablando en muchos casos, de medicaciones como antidepresivos, antipsicóticos, antiepilépticos, tranquilizantes, pastillas para la tensión, etc.

Sin embargo de vez en cuando ocurre que falta mucha medicación y no da tiempo a obtenerla antes de que nos lleguen las recetas y este tipo de pastillas no te las dan en las farmacias sin la receta. Si esto ocurre se intenta conseguir tiempo buscando si hay otros chavales en el campamento con la misma medicación, en la mayoría de los casos hay y se puede solucionar sin más problema, pero hay ocasiones en las que se alinean los planetas y no hay forma de conseguir la medicación y el chaval  puede quedar sin una toma o dos.

Y esta fue una de esas veces que se alinean los planetas, a J.F. le faltó la toma de la cena del antiepiléptico que tenía pautado. Por si fuera poco los astros quisieron que su monitora ese día se cogiese unas anginas de esas divertidas que te ponen con 39 y 40 de fiebre.

Yo dormía enfrente de la habitación de J.F. y su monitora y a eso de las 3 de la mañana me despertaron llamando muy rápido y fuerte a la puerta. Uno se levanta con un susto importante si le despiertan así, pero si encima abres la puerta y ves a la monitora con 39 de fiebre, pálida y agotada diciéndote que uno de sus chicos está convulsionando en el suelo pues te asustas todavía más.

Fuimos rápido a la habitación y le pedí que avisase a las coordinadoras, las llamó por teléfono y vinieron muy rápido, yo mientras me quedé con el chaval haciendo lo poco que se puede hacer que básicamente es alejar todo lo que esté cerca de él para que no se golpee con nada con lo que se pueda hacer daño por culpa de las convulsiones.

Al poco rato llegó la ambulancia, la crisis ya se le había pasado, pero como en teoría las tenía controladas con la medicación, decidieron llevarle al hospital para hacerle algunas pruebas. En estos casos, como responsable del campamento es el jefe de campamento el que va al hospital con el monitor de éste último, pero la pobre monitora de J.F. no estaba en su mejor momento asique me dijeron que si me importaba ir yo para allá. Me puse rápidamente, mientras bajaban a J.F. a la ambulancia, algo más decente que el pijama y por ser una circunstancia especial nos dejaron ir con él tanto a Vane (la jefa de campamento) como a mí.

El susto grande ya se nos había pasado, porque nos dijeron que le llevaban al hospital para hacerle un chequeo pero que J.F. estaba bien y que solo era por precaución.

Llegamos al hospital y empezaron a hacerle pruebas, para los análisis de orina pasé yo con J.F. al baño para asegurarme de que atinaba a hacer pis en el bote. He de decir, que pese a que la gente del hospital fue muy amable ocurrieron algunas cosillas curiosas. Siempre que hay que ir con un chaval al hospital llevamos toda su documentación, la ficha con sus características y el último informe médico que tenga para entregárselo a los médicos, bien, pues después de hacer esto y ver que J.F. según informe tenía una la cabeza algo más grande de lo normal como consecuencia de su discapacidad, uno de los médicos nos preguntó, literalmente, "¿y a este chico que le pasa en la cabeza?". Sinceramente no supimos qué responder.

Cuando ya le habían hecho todas las pruebas, metieron a J.F. en una habitación con una cama y nos dejaron pasar a Vane y a mí con él. Nos esperaban unas 5 horas de espera sin absolutamente nada que hacer asique nos dedicamos a hablar y como sucede en muchos casos a desvariar. El primer desvarío fue ocurrírsenos cosas que haberle contestado al médico tipo: "es que se aguantó un estornudo y fíjese como ha quedado" o "es que un día aspiró muy fuerte al respirar". Después de esto llegó lo que marcaría la noche como algo mítico, me fui a por algo de beber a las máquinas y a ver si había alguna revista o algo que leer para entretenernos, lo único que encontré fue un librito con anuncios de la zona en el que había una sección enorme de anuncios de contactos de todo tipo y para todos los gustos y vicios. A las 5 de la mañana en un hospital, sentados en el suelo y sin dormir no os podéis imaginar el juego que un hallazgo así puede dar.

Nos pasamos las siguientes horas analizando todos los anuncios de contactos y os puedo asegurar que hay gente muy extraña por ahí suelta. También fueron muy divertidos los anuncios de compra venta de objetos, hace ya mucho, pero creo recordar que había alguien que vendía un sofá roto y otro que regalaba una columna de piedra.

A eso de las 9 de la mañana vino el médico a darnos los resultados de las pruebas y el alta para J.F. al cual poco antes, le habían llevado algo de desayunar. Él se levantó super lozano y vigoroso ya que había dormido a pierna suelta todo el tiempo que estuvo en el hospital, aprovechamos para vacilarle un poquillo y decirle que el desayuno lo tenía que pagar y que fuese a pedir la factura, la chica que estaba en la recepción le dijo muy amablemente que como se había portado muy bien y era muy majo que por esta vez le invitaban.

Sin embargo aún quedaba la guinda del pastel. El médico que nos había preguntado lo de la cabeza, vino otra vez para darnos las últimas recomendaciones. Nos dijo que estaba todo bien y pero que le vigilásemos los siguientes días por si notábamos algo raro. Pero la mejor recomendación fue: "No le deis objetos punzantes ni cortantes y no le dejéis andar cerca de precipicios". Igual no os lo creéis pero os juro que fue así. De nuevo no supimos que decir, pero tanto Vane como yo, lo que pensamos fue: claro lo primero que vamos a hacer en cuanto lleguemos al hotel va  a ser coger un hacha, dársela a J.F. y llevárnoslo de paseo por los acantilados del pueblo.

Con esto y un bizcocho nos cogimos un taxi y volvimos al hotel, a mí me dieron el día libre hasta después de la siesta y dormí como un auténtico tronco.

miércoles, 22 de agosto de 2012

Sinceridad en la Ignorancia

Acabo de volver de 15 días de campamento y estoy todavía con la resaca (algún dolor muscular, cansancio y mucha morriña). Y le debo al blog uno de mis tochopost así que voy a continuar la historia de mis campamentos con la que fue mi segunda vez.

Pasó casi un año hasta que volví a tener noticias del voluntariado, me había quedado con ganas de más, pero por unas cosas u otras ni llamé yo para volver ni me llamaron para que volviera a ir. Sin un par de semanas antes de la Semana Santa de 2007 me llamó una nueva coordinadora para ver si me apetecía ir de campamento.

En ese momento me pilló un poco a contrapié y le dije que en principio no, pero que si se veía muy apurada de gente que me volviera a llamar. Quedamos en eso, yo hablé con Vero, mi novia ;), y quedamos en que si nos volvían a llamar que nos animábamos a ir. Y así sucedió, a falta de una semana para el campamento la coordi Paula, nos volvió a llamar y finalmente nos animamos.

Puedo decir que este fue el verdadero principio en estas actividades, porque fue realmente en este campamento donde me enganché de verdad. Volvíamos a ir a un pueblo cerquita de Barcelona y mi grupo iban a ser 4 chicos. Uno de ellos en silla de ruedas y los demás totalmente independientes. Del primero de ellos tengo permiso para poneros una fotito:


He de decir que en un principio me acojoné un poco, en el campamento anterior ya había conocido a Juan y había hablado con él unas cuantas veces, sin embargo, no iba muy seguro de como manejar físicamente a una persona en silla de ruedas con todas sus necesidades. Fue en este campamento donde descubrí una cosa que me ha valido mucho desde entonces, me ha ayudado en la carrera, en los trabajos que he tenido y en mi vida diaria. Hay que ser sincero con la ignorancia.

Me explico, yo no tenía ni idea de como mover a Juan de la silla a la cama, de la cama a la silla, de la silla al baño, si necesitaba cambios de postura por la noche, qué brazo era mejor meter primero en las camisetas, etc. Como ya conocía a Juan y sabía que era un tío majo, decidí ser sincero con él. El primer día según nos vimos en el autobús y nos saludamos, le dije claramente que me iba a tener que explicar absolutamente todo de cómo tratar las cosas con las que tenía que echarle una mano.

Él me sonrió y me dijo que sin problemas. Si ahora sé como mover a una persona en silla de ruedas es gracias a él y se lo agradezco un montón. He tenido la oportunidad de estar con él en varios campamentos más, a veces como monitor suyo y otras veces con otro grupo o como coordinador. Guardo un recuerdo muy especial de este primero por todo lo que aprendí de Juan, pero sobre todo el humor y la vitalidad que transmite.

He de decir que Juan además, es un gran espía. Dicho por él mismo, como la gente me ve en la silla y se creen que no me entero, hablan de todo delante mío. En cuanto obró en mi poder esta valiosa información, yo procuraba poner a Juan en sitios estratégicos para que escuchase todo y luego me contase todos los chismes del campamento. Cosas con las que nos podíamos echar unas buenas risas en los ratos que nos pasábamos en la habitación.

Esta Semana Santa aprendí otra cosa más, hay muchas formas de coordinar un campamento y muchas formas de tratar con los monitores. Cuando toque hablar de mi experiencia como coordinador haré más hincapié en esto, pero sí quería decir que con Paula y Vane empecé a darme cuenta de cómo me gustaría ser a mí como coordinador.

Este campamento, como todos, tuvo muchos baches y muchas historias, algunas divertidas y otras no tanto, pero conocí a algunas personas con las que he compartido momentos increíbles. A Vane le dedicaré un post con nuestra visita al hospital, si tienes sugerencia para el título cuéntamela, a Paula le dedicaré otro con una historia de policías y ladrones y a Víctor una que se titulará "Viene Dios y los sujeta" que será un compendio de historias que incluirá el cuento de "Como un papel de magdalena".

jueves, 16 de agosto de 2012

No todo son malos rollos

Antes de continuar escribiendo nuevas aventuras creo que es interesante aclarar algunas cosas en relación al blog.

En primer lugar, como ya he dicho, todas las historias totalmente reales, omito nombres y no pongo fotografías para respetar la intimidad de los usuarios. En el futuro empezaré a poner fotos de monitores, pero siempre con su autorización previa.

En segundo lugar, todo lo que cuento no es todo lo que pasa en un campamento, evidentemente la mayor parte del día transcurre con normalidad, cordialidad y muchos abrazos y besos por parte de los chavales. Sin embargo me parece importante hablar de las cosas que podríamos decir son menos bonitas porque en general son las que menos se conocen pero de las que podemos sacar todos más partido conociéndolas.

Unos ejemplos:

Solidaridad y empatía: cuando el monitor veterano me vio la cara en mi primer día de campamento cuando tenía que cambiar un pañal. No hizo falta que pidiera ayuda para que saliera de él echarme una mano, él ya había pasado por esa situación y sabía cómo me podía sentir yo, me ayudó con el problema y nunca pidió nada a cambio.

Trabajo en equipo, confianza en el equipo: ante situaciones problemáticas como las vividas en los capítulos Round 1 y Round 2. En el primer caso la coordinadora confiaba plenamente en el trabajo que teníamos que hacer los demás, si uno de nosotros hubiera flaqueado, seguramente ella se hubiera llevado unos cuantos golpes. En el segundo caso a mí me demostraron que podía confiar plenamente en los demás monitores, en cuanto surgía un problema, el grupo era una piña, independientemente de que te llevases mejor o peor con los monitores, el objetivo es lo primero, las preferencias después.

Priorizar problemas: estando en los campamentos literalmente te olvidas de todo lo que hay fuera de ellos, no porque deje de importarte, sino porque con la cantidad de trabajo que se tiene, da poco tiempo a pensar en cosas que no sean del campamento. Surgen mil situaciones cada día, cuando empiece a contar mis vivencias como coordinador hablaré mucho más de esto, pero de momento diré que he aprendido a ordenar por importancia los problemas a medida que surgen para tratarlos en función de la prioridad que merecen. La segunda vertiente de esto es que si eres capaz de olvidar ciertos problemas de tu vida durante un tiempo porque tienes la cabeza ocupada con otras cosas, cuando vuelves a ellos es mucho más fácil tomar algo de distancia y afrontarlos con mucha más confianza en poder solucionarlos.

Asumir responsabilidades: he hablado poco del trabajo diario que hacíamos con los chavales. Hablaré del mío en concreto. Como sabéis si habéis leido entradas anteriores, yo llevaba 4 señores hechos y derechos. Sus necesidades y sus problemas eran responsabilidad mía y en caso de no poder resolverlos debía comunicarlos a los coordinadores. En mi caso tenía que ayudar a vestirse a 2 personas, duchar a 2 personas y supervisar a otras dos, ayudar con la comida a 1, controlar la frecuencia con la que iban al baño a hacer "aguas mayores" como decía mi abuela, controlar la medicación de cada uno de ellos y atender a cualquier otra necesidad que pudieran tener. Y por supuesto lo más importante de todo, hacer que para ellos esos días fueran sus vacaciones, que se sintieran a gusto y que lo pasaran bien.

Todos sabemos que uno no puede asumir responsabilidades si no se cumplen una de estas dos cosas:
  • Te autoimpones una tarea porque confías en ti mismo para realizarla y asumes una responsabilidad contigo mismo.
  • Alguien tiene confianza en ti y delega una carga de trabajo en ti para que la realices y asumes la responsabilidad de llevarla a cabo.
La segunda lleva implícitamente la primera. Siempre respondemos ante nosotros mismos por todo lo que hacemos y muchas veces también respondemos ante los demás.

Con mi trabajo como monitor, tanto con menores como con personas con dependencia, he aprendido una cosa, por muy difícil que sea el trabajo, por muy grande que sea la carga que ponen sobre tus hombros, nunca nada podrá superar la confianza que se deposita en ti ni la responsabilidad que se adquiere cuando te haces cargo de otras personas.

La moraleja, todos estos elementos y muchos más son aplicables fuera de los campamentos, son aplicables en el día a día de la vida y en el trabajo cotidiano. Son por supuesto aplicables y deseables en las empresas y sobre todo son capacidades que tenemos todos y que se pueden trabajar y desarrollar.




lunes, 13 de agosto de 2012

MMEP: Caza y Captura

Semana Santa 2006, había una señora en el campamento, cuyas siglas son J.P., que era un poco revoltosa, en general estaba tranquila pero podías pasar por su lado y de repente te daba un azote más bien fuertecito y ella se reía. Le gustaba mucho comer y un día decidió irse a dar un paseo por su cuenta.

Ocurrió el día del mercadillo en el pueblo donde estábamos pasando la semana, habíamos ido todos los monitores con nuestros grupos y la verdad es que había bastante gente y era un poco difícil tener controlados en todo momento a los chavales.

En uno de esos momentos, mientras la monitora de J.P. compraba un regalito para otra de sus chicas, ésta decidió que era un buen momento para irse ella solita de marcha. Básicamente desapareció y desde entonces la apodamos cariñosamente la Ninja.

Lo que ahora recuerdo como un suceso divertido en aquel momento no lo fue para nada (esto pasa con muchas cosas en la vida, verdad?) de hecho estuvo medio campamento en el hotel cuidando de los chavales y la otra mitad de monitores buscándola por el pueblo junto con la policía. J.P. no apareció hasta 8 horas después encontrada por la policía en un montecito a unos 3 kilómetros de donde desapareció. La policía nos contó sus peripecias:

En primer lugar había entrado en una tienda, cogió una camiseta que le gustaba y se fue, evidentemente, sin pagar. Después entró en una residencia de ancianos, se sentó como una más y la dieron de merendar y por último se había ido a dar una vueltecita por un montecillo que había cerca y que era como un parque. Todo un día de excursión con souvenirs y merienda gratis. Si lo sé, me voy con ella.

lunes, 6 de agosto de 2012

MMEP: Sabes la matanza de Texas?

Otra historia corta, aconsejo que os abstengáis de leerla los que seáis escrupulosos, aunque en el fondo si os digo esto os va a faltar tiempo para leerla. Esta historia no me pasó directamente a mí, pero fui testigo parcial.

Semana Santa de 2006, caminando por el pasillo de la planta del hotel con mi grupo y de camino al comedor para desayunar. Unas tres puertas mas allá de la mía una compañera monitora está con un ataque de risa mezclado con alguna que otra arcada.

Me acerqué a preguntarle que le pasaba y me respondió: "¿Sabes la matanza de Texas?, pues mi habitación es igual pero en vez de sangre hay mierda."

Había un señor en su grupo que digamos tenía un poco de mala leche. El día anterior se había enfadado con su monitora porque ésta le había regañado porque había pegado un empujón a un compañero. Pues esperó a por la noche y con nocturnidad y alevosía perpetró su venganza...

Ni más ni menos que le entraron ganas de hacer caca, y como aun le duraba el enfado decidió que en vez de hacerlo en el baño era mucho mejor hacerlo en la bañera y así poder usar el producto como un nuevo material con el que pintar gran parte del baño y parte del suelo de la habitación. Ni que decir tiene que las sábanas de su cama también fueron daños colaterales.

Cuando otro de los chavales de la habitación se despertó por la mañana y vio el percal le dio un pelín de asco y el pobre se puso a vomitar. Con estos ruidos se despertó la monitora vio lo que había pasado y salió de la habitación como alma que lleva el diablo con una risilla nerviosa y, como ya he dicho, con alguna que otra arcada.

Ella muy amable me invitó a ser testigo presencial de la escena del crimen, pero también amablemente me negué, no quería que hubiera más daños colaterales causados por mí y menos antes de desayunar.

miércoles, 1 de agosto de 2012

Round 2: La amenaza del tenedor

Seguía de campamento y cada día aprendía cosas nuevas, me iba sintiendo más seguro de lo que hacía y empezaba realmente a disfrutar con los chavales, cuando se relaja la tensión es cuando puedes empezar a pasarlo bien, esto vale para los campamentos y para cualquier otro trabajo y lo cierto es que cuando estás relajado y lo pasas bien es cuando mejor salen las cosas. Aun así no hay que confiarse, porque se pueden cometer errores.
El caso es que el campa aún me reservaba algunas sorpresillas...
Todo ocurrió el día que nos íbamos de excursión por Barcelona, los autobuses nos dejaron  dejaron cerca de Montjuic y nos dividimos en grupos de cuatro o cinco monitores con nuestros respectivos chavales para dar un paseo, hacer compras de recuerdos y tomar algo. Esta división en grupos es la práctica habitual y llevábamos con los mismos grupos desde el principio del campamento.



Del paseo con mi grupo no hay nada especialmente reseñable que contar, fue bastante tranquilo, nos tomamos unos refrescos en una terraza, dimos un paseo y compramos recuerdos para algun de los chavales, concretamente recuerdo que uno de los míos, un señor mayor con síndrome de Down se encaprichó de unas gafas como las que se ponen los canis en discotecas como Radical y se las compré, estaba muy gracioso con ellas y sobre todo muy feliz.
Sin embargo, no para todos fue una tarde tranquilita y aquí es donde realmente empieza el Round 2.
Recordáis al chico del que os hablé en el Round 1? Bien, pues este chico se portó un poquito mal en la excursión, se le escapó varias veces a su monitora y concretamente en una de esas salió corriendo y cruzó corriendo una calle con el consiguiente susto de la monitora. En resumidas cuentas, cuando volvimos al hotel la monitora estaba bastante frustrada, disgustada y un poco triste.
Yo comía en la mesa de al lado suya y la coordinadora me pidió si podía echarle un ojo a su grupo durante la cena para que su monitora comiera con ella y tuviese un rato de descanso, me dijo que de la medicación se encargaba ella y que solo les echase una mano con lo que necesitasen. Yo le dije que sin problemas y empezamos a cenar.
Como sabéis en muchos hoteles, se come de buffet libre, esto nos suele gustar mucho a los que somos un poco glotones, pero en campamentos con personas con discapacidad he aprendido que puede ser un poco problemático porque hay chavales que comerían hasta explotar, no tienen límite. Y este era el caso de nuestro protoganista al que llamaremos Paco para facilitar la historia.
Una de las veces que fui a ver a Paco y el resto del grupo a su mesa, me fijé en que había cogido comida suficiente para alimentar a una familia de leones. Tenía tres platos hasta arriba de comida, con sólo uno de esos platos habríamos comido dos personas, recuerdo uno perfectamente: una montaña de arroz blanco que llenaba todo el plato y 7 muslos de pollo en salsa puestos encima.
A mí me pareció una borriquería y sin decirle nada (craso error/error de novato) cogí uno de los platos y me lo llevé para que solo se comiera dos de los que tenía. Bueno, un rato después, cuando se había acabado los dos platos y fue a coger el tercero y no lo vió y no lo encontró digamos que se puso un poco nervioso...
Se levantó gritando ¿DONDE ESTÁ MI COMIDAAAAAAA? yo instintivamente me levanté también, él me vio y se dirigió hacia mi. En ese momento me di cuenta de que en una de las manos tenía un tenedor y me empecé a acojonar. Pero cuando realmente me cagué es cuando se lanzó hacia mí con el tenedor como si fuera a clavármelo, me fui hacia atrás y topé con una pared, con mis dos manos le agarré de la mano del tenedor y el con la otra se agarró a una especie de candelabro que había en la pared que con el tirón que le dio quedó medio arrancado. Yo solo pensaba en hacer fuerza contra el brazo del tenedor y creo que debí gritar bastante pero la verdad que no me acuerdo.
Lo que sí recuerdo es de repente ver saltar gente hacia el chaval y de repente yo había quedado libre y había 4 compañeros monitores encima del chaval inmovilizándole en el suelo. Me senté en la silla y me quedé temblando un rato, el susto os puedo asegurar que fue mayúsculo porque no me lo esperaba para nada. Al chaval se lo llevaron a la habitación y no lo volví a ver hasta el día siguiente estando ya tranquilo y normal otra vez.
Yo no me volví a acercar a él mucho en lo que quedó de campamento la verdad, ahora con la experiencia que tengo en vez de quitarle el plato de comida sin más habría intentado hablar tranquilamente con él. Con según que chavales esto no tiene por qué librarte de un sustito, pero por lo menos te permite controlar la situación. Al final superé el "trauma" y después de todo esto llevo más de 6 años repitiendo campamentos y actividades y cada vez aprendiendo un poquito más.

La moraleja sería, las cosas pueden salir mal, puedes asustarte y puedes pasarlo mal, pero también puedes aprender y mejorar para la siguiente...